domingo, 21 de septiembre de 2014

Relato 2º premio concurso relatos scouts "Naturaleza desnuda, en estado puro"

Y allí estaban ellas solas, rodeadas de naturaleza. Nadie a su alrededor miraran hacia donde dirigieran su mirada, solo algún animal que volaba por encima de ellas y les hacía no sentirse tan solas, aunque por esta vez la soledad no les supusiera ningún miedo ni un castigo sino la mejor de la oportunidades para gozar del mejor de los regalos.

El cielo radiante por la luz deslumbrante del sol y el azul intenso del cielo, mediados de julio, calor, un vientecillo que lo atenuaba, el silencio de la naturaleza, verde hierba por todos lados, gris piedra también. Pero lo que más, el azul cristalino de las pozas nacidas de la naturaleza que les permitía penetrar con sus ojos en lo más profundo de las mismas, sus adentros, sus secretos…
Estaban quietas, habían parado un rato después de caminar.  Realmente la naturaleza era la que les había ordenado pararse, sin necesidad de una señal o un aviso solo con el atractivo incuestionable e irresistible de su belleza. No hablaban entre ellas, disfrutaban de ese momento, a su manera, en su interior, con la soledad de su propia persona.

Después de unos minutos, cruzaron sus miradas. Parecía que se buscaban, necesitaban compartir las sensaciones que habían experimentado, querían decirse algo, pero no pronunciarlo. Sus ojos conectaron con una mirada que transmitía y brotaba de sus adentros todo lo sentido: ¡Cuánta belleza! ¡Libertad! ¡De nuevo aquí y juntas, solo nosotras dos! ¡Cuánto nos dan los scouts! Y una serie de sensaciones y sentimientos que las palabras no son capaces de llegar a expresar con su uso.
Tras hablarse con la mirada y ese largo rato acaecido según el reloj y corto según su mente, el silencio entre ellas cesó y una de ellas rompió con las miradas y se decidió a hablar. Estaban frente a una poza enorme, de agua cristalina, hacía calor, el sol apretaba con fuerza… Su cuerpo se lo pedía o quizás era la naturaleza la que de nuevo volvía a incitarle a ello.

-       “Vamos a bañarnos, vamos…”

Le dijo a su compañera dejándose llevar por su característica impulsividad y sus ganas de bañarse que le habían acompañado desde que descubrió ese placer en su primer campamento de verano.
Tiró la mochila, la mochila que cargaba durante todo el camino y que permaneció en su espalda todo ese tiempo sin notar su considerable peso. Se quitó la ropa con rapidez y ansias por lo que con ganas le esperaba. De repente, sus ganas y sus ansias se paralizaron. Ella también se paralizó, la naturaleza volvió a pararla. Se quedó quieta en el sitio donde se había desnudado, miró a su alrededor en todas las perspectivas posibles, a todos los lugares a donde su vista le permitía llegar. Respiró profundamente y sintió una sensación que jamás nunca antes había experimentado. Se sentía libre, llena de vida, feliz… Una serie de sentimientos y sensaciones tan diversas e intensas que jamás pensó que la naturaleza podría hacerle experimentar.

Y ahí estaba ella, como la naturaleza, desnuda, en estado puro. Quizás, la naturaleza quería que se sintiera como ella, quería compartir ese placer y esa  belleza de verse la una a la otra al natural.




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