martes, 22 de mayo de 2012

Mi primer relato no corto sino cortísimo.



Esta vez, ella decidió echarle un poco de cara al asunto y consiguió persuadirlo para que saliera con ella. Como excusa: evadirse antes de desaparecer unos días de la ciudad.

Esta vez ella no tuvo que esperar como la mayoría de las veces en sus otras citas con otros hombres.

Desde ese momento parecía que todo sería diferente a todas las demás relaciones que había tenido meses y años atrás.

Se saludaron con un cordial y distante hola y dos típicos besos en la mejilla aunque a ella le hubiera gustado las cosas de otra manera.

Andaron en círculos, yendo a ninguna parte. Mientras, hablaban acerca de las películas que veían y no dejaban de ver, de los grupos que escuchan y no conocían, sobre campamentos, acampadas…

Tenían mucho que compartir ya que eran muy parecidos.

Cansados de caminar durante horas decidieron irse a algún lugar para allí descansar y seguir manteniendo esa conversación tan interesante.

Por un momento la conversación cesó y ella agachó la cabeza observando las hojas de los árboles destrozadas y empapadas por la lluvia incesante que no dejaba de caer desde hacía unas semanas.

Al alzar la cabeza, observó la cara de él a unos pocos centímetros de la suya. Empezó a temblar desde las piernas hasta las manos.

No sabía qué hacer, era una situación incómoda a la vez que deseada. Mientras tanto no podían apartar los ojos el uno del otro.

Poco a poco fueron acortando distancias ya fuera por la fuerza de la gravedad o de sus impulsos y en segundos sus labios chocaron.

De esa fusión surgió un beso de película, ambos de pie, mojándose bajo la lluvia, sintiendo las gotas caer por su pelo y abrazados, rozando con las yemas de los dedos su tez morena y suave.

Pero nada es eterno y lo bueno es excesivamente efímero.

Apartaron la cara y ambos se miraron con los cachetes sonrojados, con una sonrisa de oreja a oreja cómplice y sincera.

Trás un silencio que parecía eterno preguntó él:

- ¿Por qué estás así?

- ¿Qué por qué estoy así? Contestó de inmediato ella

- Sí... Contestó él

- Pues porque llevo esperando este momento desde la primera vez que te vi aquel viernes en que la Luz de la Paz de Belén. Llegué y ahí estabas tú con tu pañoleta verde y azul oscuro entre paraguas, lluvia y muchísimas más personas y pañoletas.

- Es lo más bonito que me han dicho nunca hasta ahora.

- Ahora, dejémonos de palabras y pellizquémonos a ver si es solo un sueño como otros muchos en los que se repetía esta escena una y otra vez.

No era un sueño, había pasado de verdad.

Ella no se lo podía creer, permanecía incrédula calada hasta los huesos por la lluvia que caía con fuerza.

Mientras, él, sentado en el suelo no paraba de contemplarla y sonriendo como nunca ella lo había vísto antes.

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