Escribo a un remitente
al que es imposible etiquetarle
y al que no me hace falta nombrarle.
no hay palabra, concepto e idea
que pueda con ello.
No hay definición para esta relación,
no intenten ponerle nombre
porque caeréis en un error.
Mi media naranja, mi medio limón,
la otra parte de mí, mi otro yo.
Fue el único motivo que encontré para seguir aquí,
fue la voz que dijo ¡no!, te queda mucho por vivir.
Tiene el valor de hacerme ver de mí lo peor,
aunque para él siempre seré lo mejor.
En él encontré miles de tesoros que nunca prestaré,
la amistad más pura y sana que jamás encontré,
el amor platónico que quizás se haga físico,
él es sin duda mi perfecto chico.
Y te das cuenta que tu vida a cambiado,
que ha aparecido alguien distinto que ahora está a tu lado,
y sin buscarlo, sin caer del cielo en tus brazos,
él está ahí contigo sentado, no hace falta ni mirarlo.
La persona con la que quisieras siempre caminar,
menos mal que no se trata de un peregrino pasajero,
porque la vida es una ruta
y solo ella decide su punto final...
Pero nosotros no lo adelantaremos jamás.
No hay comentarios:
Publicar un comentario